... cada kilómetro un mar de felicidad, cada entorno un referente para los sentidos, y cada persona, el puto mundo.



Vía Portugal, Agosto 2022

 

Aunque con retraso pero aquí está, verano del 22 y dos semanas por gastar en aras de la inagotable Portugal.

Nos quedamos con todo, con sus paisajes y la amabilidad de sus gentes, con su gastronomía y su rica cultura, con sus asequibles peajes y su muy fría cerveza (gracias Super Bock!) y entremedias, kilómetros de disfrute entre nuestros selectos destinos... SIEMPRE RODANDO!!

Días 1 a 3, sorprende Braganza.

La jornada discurre entre la A-6 hasta Zamora y desde allí la N-122...                                                     

... no sin antes parada para refrescar el gaznate que para algo se encuentran en fiestas, Alcañices.           

Tras el aperitivo en ruta a un paso de la frontera. Identificamos matrícula con la visa para los peajes...

... y Braganza a nuestro encuentro. 

Aquí nuestra pernocta, muy recomendable y con un restaurante italiano en su planta de recepción que hará las delicias de mas de uno, sin duda.

Y antes de la velada de cata del primer bacalao estival, cervezas en la terraza céntrica más chic a golpe de classic rock, yeah!

Desayunados y acicalados, amanece un nuevo día dedicado a visitar la ciudad y su Castelo ubicado dentro de las murallas de la ciudadela.

Data del siglo XII y su Torre del homenaje alberga el Museo militar de Braganza, aunque cerrado.


La Romería en pleno apogeo. En el interior de la Iglesia de Santa María asistimos a la liturgia y celebración en compañía de caballeros en capa pero sin espada... 

En sus rincones al uso de la época, nos dejamos llevar... 







La Domus Municipalis, es sin duda todo un ejemplo de la singularidad de la arquitectura civil románica de la época, siglo XII.

Últimos descubrimientos... 

... y hasta más ver, Braganza


Días 3 a 5, Oporto no decae.
Y es que despiertos y ya desayunados la ruta se hace más llevadera. 

Poco más de 200 km... 

... y llegamos a nuestro Hotel favorito, rodeado por la Bohemia y esa decadencia tan particular de la vieja Europa... 

... por fin estamos en Oporto.

La Iglesia del Carmen, siglo XVIII, y su fachada revestida de increíble azulejo, una constante en los templos de la ciudad. Como curiosidad y a su izquierda, entre ambas iglesias, pueden verse las 2 ventanas de la antigua casa del sacristán y campanero, la más estrecha de Oporto.

La Dama Justicia protege este Palacio donde se imparte de todo menos injusticia o al menos es lo que siempre queremos creer.

La Capilla de las Almas, siglo XVIII, también alicatada.

El tranvía portugués siempre cerca y a mano.

En la Plaza del Infante se encuentra la estatua del Principe Henrique el navegante...

... y en su retaguardia, el Antiguo Mercado reconvertido en espacio de ocio donde saborear toda la Bohemia ja, ja.

Siempre buen ambiente callejero...

... y como no, toda gran ciudad precisa de una Teatro Nacional, en este caso de San Joao.

La excepcional Estación de ferrocarril y su maravilloso vestíbulo de azulejos, no te la has de perder.



Art Noveau comercial y fúnebre en todo su esplendor...





En esta ocasión es la Iglesia de San Ildefonso, siglo XVIII, y su frontal recubierto de azulejo.

Los restos de las Murallas fernandinas, siglo XIV...



... anuncian la presencia de la Sé de Oporto, siglo XII, y sus características almenas al estilo de las catedrales fortificadas europeas.





Testigos y observadores...



La Iglesia de los Clérigos, siglo XVIII, esta vez sin alicatar.

La Iglesia de San Pedro de Miragaia, siglo XVII, se encuentra en el antiguo corazón de la comunidad de pescadores junto al río Duero...





El Ponte de Luis I es sin duda el más emblemático de la ciudad con sus 395 m de longitud. Tiene uno de los arcos de hierro forjado más grandes del mundo.

Actualmente es atravesado por la línea de Metro y viandantes.

Al fondo el Ponte del Infante y su arco de hormigón de 280 m de longitud.

Desde las alturas las vistas al Duero son totales.

No hay que perderse un pequeño crucero por el río Duero, y percatarse de una ruta fluvial que ha modelado la ciudad imprimiéndola de un carácter y una personalidad únicos.







El Ponte de Luis I desde las bajuras.

En la desembocadura del río al Atlántico...







Ya en tierra toca comer como no podía ser de otra manera: restaurante junto al río para degustar, una vez más, su maravilloso bacalao... aunque no para esta pesada ja, ja. 

Tras los postres, cruzamos a la otra margen del río y la zona de Bodegas.

Visita a una de las grandes... 

... y degustación como mandan los cánones ja, ja.

Agotados por una jornada exprimida hasta la saciedad, nuestras últimas vistas a esta gran ciudad desde la tranquilidad de nuestros aposentos... y mañana será un nuevo día.




Días 5 a 7, a Óbidos por Aveiro.
Paseo de 250 kms hasta nuestro destino Óbidos. Entradas y salidas de autovía que hacen la travesía más interesante y entretenida. 



Pero antes una parada premeditada y efímera en Aveiro, la Venecia portuguesa.



El Museo de Arte Nova y su elaborada fachada siempre llamativa.

De góndolas de canal y terrazas improvisadas se enriquece esta bonita ciudad.



El tributo a los muertos en la Gran Guerra también ocupa su lugar.





Atrás queda Aveiro y la intención de volver de forma más sosegada... pero el viaje continua...



... hasta Óbidos. Allí nuestra fonda por dos noches se nos antoja de categoría y placentera.



Después de refrescarnos y comer en una tasca cercana y bien nutrida, muy bien por cierto, nos adentramos a conocer más de esta villa.

La ciudad se encuentra amurallada y accedemos por la puerta principal o Porta da Vila.



Es una villa medieval que conserva todos los elementos que la han hecho tan ilustre...









Si accedemos dando un rodeo por el exterior de la muralla, nos encontraremos primero con la Ermita de Nuestra Señora del Carmen... 

... para luego acceder desde la zona opuesta a la entrada principal, hasta su Castelo (una de las siete maravillas de Portugal, sin duda) sin necesidad de atravesar la villa, que es como lo hicimos en la segunda jornada.  





Merece la pena recorrer todo el perímetro de la ciudadela por la muralla que la rodea. Las vistas resultan aún más interesantes y es posible ubicar rincones identificados previamente desde cota de suelo.











Los alrededores del castillo han sido acondicionados emulando la vida del día a día...

... incluso la de su rey ja, ja.


Días 7 a 9, Sintra y el recreo de los nobles.
Como siempre nuestro desayuno portugués revitalizante, nos proporciona fuelle para emprender ruta hacia nuestra nueva empresa en compañía del astro rey que como es habitual, castiga pero no ahoga.



Sintra es la elegida y el Sintra Bliss Apart vintage, nuestro cuartel general durante otras dos jornadas.

Solo para ellas y así siempre a mano.

Después del terremoto que desoló la villa en el siglo XVIII, Sintra fue reconstruida no tardando en llamar la atención de extranjeros y aristócratas, convirtiéndose así en un centro turístico que perdura hasta la actualidad.

El Palacio Nacional fue palacio de reyes, siglo XVI. 

La Fuente morisca, siglo XIX.





Desde la balconera, a lo lejos, el Castillo de los Moros, siglos VIII a IX.











Sin duda, buenas vistas...





Al día siguiente nos adentraremos por la parte de la ciudad menos transitada, Palacio de Regaleira...  



... o el Memorial a los portugueses caídos en la Gran Guerra.

Casonas y hoteles ya olvidados,... 





... permanecen en pie esperando una segunda oportunidad que nunca llega, lástima.



La alegría que no cese...

... y el aperitivo nunca falte... SALUD! 


Días 9 a 11 en la maravillosa Lisboa.
Dejamos nuestro hospedaje en Sintra después de un desayuno de lo más vintage y emprendemos rumbo a la capital de Portugal. 



Es el decadente Hospedaje quien nos recibe en Lisboa. Habitación amplia y vistas al Puerto.

Después de comer justo enfrente nuestra ración diaria de bacalao, y desde donde somos amenizados con las labores de la Guardia Republicana por intentar dar caza a un maleante de poca monta, iniciamos con la "fresca" un paseo por tan insigne ciudad.

Al lado el Panteón Nacional de personajes ilustres.

Los tranvías son la seña de identidad de la ciudad. Además, para transitar por sus estrechas calles resulta la mejor de las opciones, aunque también andando por supuesto. 

Preferimos patear y disfrutar de las vistas que surgen a nuestro paso...



... la Sé de Lisboa, siglo XII...





Y a la noche, cena en nuestro restaurante favorito con actuación musical incluida y paseo marítimo nocturno incluido. 



Desayunados y acicalados toca subida al Castelo...

En la antesala y alrededores la estatua de Alfonso I, primer rey de Portugal, nos da la bienvenida.

Las vistas a la ciudad se suceden en todas direcciones. 



Antigua fortaleza musulmana, el Castelo de San Jorge, recibe su denominación en el contexto de la Reconquista de la península ibérica llevada a cabo en Portugal por el rey Alfonso I, siglo XII.





De bajada, los tranvías circulan sosegados y sin pausa... 

... y los colores perennes, resaltan fachadas o vidrieras.



Es la Plaza del Mercado el centro neurálgico de Lisboa. Antiguo enclave del Palacio Real, ha sido la Puerta de entrada al comercio marítimo. 
Son el Arco Triunfal de Rua Augusta...

... y la Estatua ecuestre de José I, sus dos grandiosos referentes.





Al Muelle de las columnas accedían los barcos mercantes a su amarre y descarga.

Sin dejar el paseo marítimo, el Ministerio de la Marina simboliza el azul del mar en sus pulcras fachadas... 

... y el Puente colgante, simplemente espectacular.



El Monumento a los Descubrimientos resulta grandioso acorde al pasado explorador de Portugal, pero antes reservar en nuestro restaurante favorito que luego se peta,...



... muy cerca el Monumento al Lusitania, primer vuelo que unió las ciudades de Lisboa y Río de Janeiro tras 79 días de gesta... 

... y como guinda al pastel la Torre de Belém, siglo XVI.



Al fondo el Monasterio de los Jerónimos...

Y después de nuestro marisco regional bien disfrutado, nuestro mototaxi favorito y directos al Museo Militar de Lisboa, última visita obligada del día.









Como colofón a una jornada exultante, seguimiento desde nuestra habitación de la maniobra de atraque de un super transatlántico... HASTA SIEMPRE LISBOA!












Días 11 a 13, Elvas por Évora.
Dejamos Lisboa cruzando el río Tajo por el Puente Vasco da Gama. Por delante un corto paseo hasta nuestro próximo destino...

... Évora en el Alentejo. En la Plaza de Giraldo se concentra la actividad de terrazas y transeúntes, además de la Iglesia de San Antonio y la Fuente de 8 caños.

La Catedral Basílica de Nuestra Señora de la Asunción, siglo XII...

... o el Templo de Diana, siglo I a.C., son alguno de los ejemplos en pie que atestiguan la antigüedad de la ciudad. 





... Y contra la calor, Super Bock Power!

De nuevo en ruta y con la Gorda a otra parte.



Muy cerquita de la frontera con España se encuentra nuestro última visita del viaje, Elvas. Ciudad fuertemente fortificada desde el siglo XVIII debido a su enclave fronterizo. 

La elección de nuestro último Hotel favorito no puede resultar más gratificante...



Pateando la ciudad...

El Arco de Santa Clara es testigo desde el siglo XVI de los ajusticiamientos y ahorcamiento de los reos en la Picota sobre la escalinata.

El Castelo de la ciudad en lo más alto data del siglo XIII.

El antiguo Cuartel do Trem es ahora la sede de la Escuela Superior Agraria.

Así de espléndida luce la Ermita de Nuestra señora de la Concepción, siglo XVIII....





... sobre la Puerta de la Esquina.

En el Museo Militar de Elvas puedes echar la tarde entre su numeroso material tanto en el interior... 











... como en el exterior.





Al fondo el Acueducto de Amoreira, comenzado en el siglo XVI, que nos despide hasta más ver... 


Días 13 a 14, Badajoz y vuelta.
Visita a la familia y jornada de vuelta a nuestro perpetuo Madrid... Y HASTA LA SIGUIENTE PENDEJOS!