Fantástica ruta de cinco días por ésta nuestra tierra denominada Extremadura.
Tierra de conquistadores pero también de espacios eternos y alucinantes que me han recordado el porqué la opción barajada aún siendo invernal, ha resultado ser sin duda puro acierto.
Poder rodar por sus excelentes carreteras junto a sus paisajes únicos, es ya todo un honor para este rudo y experimentado motorista... KEEP ON RIDIN´!!!
Día 1, cruzando Los Ibores hasta Herrera del Duque.
En la A-5 siempre me ha llamado la atención este impactante monumento. Se trata del Monumento a los Caídos en la denominada Batalla de Talavera durante la Guerra de Independencia, 1809.
La Ruta por Los Ibores transita por la fantástica EX-118 sin tiempo para el aburrimiento. En el fin de la primera parte se encuentra la localidad cacereña de Guadalupe.
En la plaza mayor esconde su mayor tesoro, el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, siglo XIV.
... para luego saborear viandas y buen caldo de la Tierra, no tiene precio.
En Herrera del Duque y con buen tiempo daré cuenta de la primera fonda local...
... pero antes un tardeo de paseo junto algunas de sus ubicaciones más apreciadas, como la Iglesia de San Juan Bautista de proporciones catedralicias...
Día 2, Siberia y grandes pantanos hasta Trujillo.
Desayunado y con unas ganas enormes de rodar, comienza mi particular singladura bajo el cielo inestable que ha de acentuar aún más el contraste de todo lo que me rodea...
Bordeo la Siberia Extremeña por la N-502 y N-430 para después coger la estupenda EX-103 hasta la localidad de Puebla de Alcocer. La carretera es alucinante, la he pillado en pleno invierno y las praderas en verde se suceden a mi paso...
El embalse de la Serena es la segunda mayor balsa de agua de la Península Ibérica, una pasada.
Es entonces cuando la EX-322 hace acto de presencia hacia Cabeza del Buey...
Atravieso planicies en recta sin fin por la BA-035 hasta el Pantano del Zújar, para desde allí ir subiendo por la EX-103 a su paso por Orellana la Vieja y continuar por la EX-355 .
Es el entierro de la sardina y la ciudad se encuentra en fiestas. En la plaza mayor todo preparado para recibir a los morlacos del encierro...
... y mientras los paisanos van tomando posiciones junto a los suyos.
Al atardecer y antes de la oscuridad, grato paseo por lo más alto de la localidad y avituallamiento de viandas extremeñas, mmm.
... aunque al final siempre me quedo con su imponente Alcazaba, siglos IX y XII, testigo de encuentros y desencuentros con los moros.
Día 3, en compañía solitaria hacia Coria.
Sin las barreras del encierro de la noche anterior, abandono mi hotel con rumbo a otra jornada épica de carreteras y paisajes solo conmigo, mi jeta y el devenir del horizonte...
Pero antes he de atravesar la villa romana de Alcántara...
Destaca el Puente romano, destruido en numerosas ocasiones incluido por los franceses y sobriamente reconstruido en la actualidad...
Antes de partir, una fugaz mirada hacia lo más alto y el antiguo Convento del siglo XV reconvertido en Hospedería, todo un lujo.
... hasta la nueva pernocta de la ruta, Coria. Allí me espera mi fantástico hotel decadente, y a un precio insuperable oiga. Luego turisteo por su casco antiguo entre los intramuros de la ciudad...
El Castillo de los Duques de Alba data del siglo XV.
La Catedral de la Asunción esconde uno de los tesoros que más ha pasado desapercibido en la región, el Sagrado Mantel. Es una pieza de la que la tradición cuenta que fue el mantel usado en la Última Cena.
Se descubrió entre los años 1370 y 1403, en un arca hallada bajo el suelo del presbiterio durante unas obras de remodelación.
Puerta de acceso en la Muralla romana, siglo I...
Día 4, cielo gris y la imperial Cuacos de Yuste.
Gris es el amanecer de los intrépidos, mas siempre es un amanecer agradecido cuando la gesta es generosa...
Cuacos es una vieja conocida y al igual que el Emperador, he de aprovechar mi último día de retiro motorista invernal redescubriendo enclaves y recuerdos de antaño, pero antes el reposo imperial de la jornada...